Desahuciada por avalar el piso de su hijo

Suele ocurrir que lo más grande se revela, se explica, en un detalle, en una imagen o en una historia particular. Si hablamos de hipotecas y desahucios que proliferan por la crisis económica, se nos presenta en la memoria la instantánea que ganó el «World Press Photo» de 2008. Es la imagen de un policía de la ciudad estadounidense de Cleveland que, pistola en mano, repasa las habitaciones de un piso cuyos dueños han sido desahuciados. Por si hubiera resistencia. La fotografía ilustró un reportaje de la revista «Time» sobre la crisis económica que aún nos asola; la que los sesudos analistas han colegido que comenzó, justamente, con la concesión masiva de las hipotecas llamadas «subprime», que rompieron las costuras del sistema financiero mundial. Se arriesgó demasiado al dar tanto dinero a gente poco solvente.

En nuestro país, esta crisis global fue alimentada con la idiosincrasia de nuestro mercado inmobiliario —hinchado en años con especulación y alegría crediticia y reventado en un tris cual burbuja—, el galopante paro, la deuda, etc. El consabido drama que suma capítulos (los juzgados españoles recibieron el año pasado 93.622 ejecuciones hipotecarias, casi cuatro veces más que en 2007), y que no avista un futuro mejor. A los menos pesimistas sólo cabe recordarles que el Euribor encadena subidas y estaba el pasado miércoles al 2,033%.

Fecha: 
04/2011