Un piso de 90 metros cuadrados en un pueblo de La Rioja con 7.000 habitantes cuesta 280.000 euros. Un piso de 60 metros cuadrados en el Soto de la Moraleja de Madrid cuesta casi 400.000 euros. ¿Y todavía esperan venderlos?
Alguien no se ha leído los periódicos en los últimos dos años, porque resulta increíble que los precios de los pisos en este país sigan estando tan altos. ¿Por qué no los bajan? Porque esperan dar el pelotazo todavía.
Las estadísticas dicen más o menos que el precio de la vivienda está a niveles de 2005. Pues bien, debería estar a niveles de 2000 porque en los últimos años todo el mundo ha especulado con las viviendas: taxistas, ejecutivos, rentistas, arquitectos o banqueros. Y nadie quiere bajarse de la burra.
Bajarse de la burra significa “tirar los precios”. Y nadie quiere hacerlo porque nadie quiere perder dinero. Pero tendrán que hacerlo porque en este país, según los últimos cálculos, sobran un millón de viviendas.
La Asociación Hipotecaria Española, que reúne a bancos y cajas, calcula que en España hacen falta construir unas 350.000 viviendas al año para mantener la demanda. En los últimos años se llegaron a construir 850.000 viviendas al año, lo que en proporción para un país de 46 millones de habitantes, supuso construir más casas que en los mejores tiempos de EEUU, cuando se construyeron dos millones de viviendas.
El resultado es que si uno va en coche en cualquier dirección por este país, se topará con: urbanizaciones sin acabar, pisos cerrados, naves industriales a medio construir, adosados muertos de risa… Pero cuando uno se acerca a comprar un piso de 80 metros cuadrados, el propietario empieza a poner tantos ceros a la cifra que entran ataques de miedo.
Una pareja de jóvenes sencillamente no puede pagar un piso a esos precios, salvo que se hipoteque de por vida. En los años cincuenta y sesenta, nuestros abuelos compraban pisos durante 15 años. En los años setenta y ochenta, ya pasaron a los 20 años. Y en la primera década del XXI, se hablaba de hipotecas a 40 años. Eso no hay cuerpo que lo resista.
La única forma de que la construcción vuelva a respirar consiste en dar salida al “stock”, a los pisos cerrados y sin estrenar: y eso sólo puede suceder si se bajan los precios, se bajan de verdad. En algunos sitios de EEUU, las casas (esas que tienen esas hermosas y gigantescas cocinas), se venden con descuentos de hasta el 70%. Al parecer, el sector se está recuperando lentamente, pero recuperando.
Pero aquí todavía hay mucha gente que quiere dar el pelotazo con un piso. Pues que sigan esperando. A todos ellos habría que aconsejar, lo que le aconsejaron a Bill Clinton en uno de sus mandatos: que se ocupara de la economía y se lo dijeron así: “¡Es la economía, estúpido!”.
A los vendedores de casas y pisos en España habría que recordárselo: “¡Baja la vivienda, estúpido!”.